Tsurune

Minato Narumiya fue un arquero prometedor en su escuela intermedia, hasta que sufrió un incidente en un torneo que lo dejó con pánico al objetivo: dispara demasiado pronto, sin apretar bien el arco, se bloquea mentalmente, algo que rompe su confianza. Cuando empieza la secundaria, sus amigos de siempre, Seiya Takehaya y Ryōhei Yamanouchi, lo animan a unirse nuevamente al club de kyūdō. Minato rehúsa al principio por miedo, pero un día oye el sonido de la cuerda “tsurune” de un arco al disparar, algo casi etéreo, que lo impulsa de nuevo hacia ese mundo.

Acepta entrar al club de su nueva escuela, junto a compañeros nuevos como Nanao y Kaito, y bajo la tutela de Masaki, quien también lidia con sus propias inseguridades. A través del entrenamiento, los torneos y la convivencia diaria, Minato enfrenta no solo su culpa y su miedo, sino la presión de destacarse, de mantener amistades, de superar su pasado. No todo es competir: se trata más del crecimiento interno, del compañerismo, de entender la importancia de concentrarse no solo en la técnica, sino en lo que hay detrás de cada flecha, de cada disparo.

El arco —y el sonido de la cuerda al dispararlo— se vuelve metáfora del foco, la conexión con uno mismo, la armonía entre cuerpo y mente. Tsurune emociona sin artificios, explorando lo que significa ganar: no siempre vencer al otro, sino vencer tus propios demonios.