Udon no Kuni no Kiniro Kemari

Sōta Tawara es un diseñador web que vive en Tokio, pero regresa a su ciudad natal en la prefectura de Kagawa después de la muerte de su padre. Al volver para encargarse de los asuntos de la casa familiar y del restaurante de udon que ya no funciona, Sōta espera encontrarse solo con recuerdos… hasta que descubre, dentro de una olla de cocina de ese restaurante cerrado, a un pequeño niño rubio que duerme. Ese niño se llama Poco, y pronto Sōta descubre que no es un niño común, sino un tanuki (criatura folklórica) que puede transformarse.

Sōta decide cuidar de Poco, adoptándolo como si fuera su hijo. A través de su convivencia cotidiana —enseñarle comportamientos humanos, ver cómo Poco reacciona al entorno rural, descubrir su personalidad y ver cómo se adapta—, Sōta comienza a reconectarse con su pasado. Se enfrenta a sus propios remordimientos: haber abandonado su hogar, su vínculo con su padre, lo que dejó atrás por la vida en Tokio.

También reaparecen viejos amigos, familiares, personas de su infancia, lo que poco a poco le permite sanar heridas emocionales, valorar los gestos simples de la vida diaria, el hogar, las relaciones humanas. Poco actúa como catalizador de ese proceso: con su inocencia, sus curiosidades, con los momentos de comicidad y ternura que surgen inesperadamente.

Al final, la historia no da soluciones grandilocuentes, sino una aceptación más profunda: aceptar lo que uno dejó atrás, las pérdidas, los arrepentimientos, al mismo tiempo que uno abraza lo que puede reconstruir, lo que puede seguir adelante. Udon no Kuni no Kiniro Kemari es una serie suave, entrañable, que funciona como recordatorio de lo que significa volver a casa — literal y emocionalmente.